XILBALBA EL INFRAMUNDO MAYA

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A través de varios siglos, los historiadores y cronistas han definido a los mayas como una de las culturas ancestrales más avanzadas. Incluso, se comenta que éstos lograron no solo notables adelantos en las matemáticas, la arquitectura o la astronomía, sino también en la construcción de una verdadera filosofía de vida.


Uno de los rasgos fundamentales de la cosmovisión maya se encuentra en el concepto de la vida y la muerte, plasmado principalmente en el POPOL VUH, el cual describe el misticismo de sus lugares y héroes. Xibalbá es uno de esos lugares que poseen al mismo tiempo un sentido mítico y carácter terrorífico.


MAS ALLÁ DE LO TERRENO.


Según la mitología maya, Xibalbá o Xib’alb’a es un mundo subterráneo regido por los espíritus de la enfermedad y la muerte. Las investigaciones elaboradas en el siglo XVII ubicaron su entrada en una caverna, situada en la localidad de Alta Verapaz, en las cercanías de Cobán, Guatemala.


A menudo se atribuye al lugar un trasfondo tétrico gracias al fraile dominico Francisco Ximénez, quien tradujo al latín el libro sagrado o POPOL VUH [o Pop wuj, en quiché] desde una perspectiva católica. Por lo cual, se señala al Xibalbá como el infierno, un mundo terreno gobernado por los Ajawab del Xibalbá o los “señores del infierno”.


No obstante, la perspectiva del cronista católico resulta un poco confusa, pues también se dice que el «mal» se encuentra representado por otros seres mitológicos mayas, como Wuqub Qak’ix y su familia, o en su defecto en las personalidades de los primeros seres humanos creados.


Por tal motivo, Xibalbá no representa al infierno [concepto que es casi inexistente en las culturas mesoamericanas], sino a la muerte y la enfermedad, como situaciones que parten de la existencia humana o el ciclo de vida terrestre, y no como un castigo. Resulta más exacto referirse al lugar como el inframundo maya.



UN ENCUENTRO MÍTICO


Xibalba


En uno de los pasajes del Popol Vuh se narra el férreo choque entre dos pares de gemelos. Los primeros, hijos de los adivinadores de ceniza, Xpiyacoc y Xmucané, recibieron los nombres calendáricos Hun Hunahpú [Uno Hunahpú] y Vacub Hunahpú [Siete Hunahpú].


Cuenta la leyenda que Hun Hunahpú y Vacub Hunahpú eran grandes jugadores, con un don natural para practicar el juego de pelota, el cual llevaban a cabo en su cancha de piedra con Hun Batz y Hun Chouen, los hijos de Hun Hunahpú. Si bien es cierto, el juego de pelota se desarrollaba sobre la tierra, también vislumbraba un camino hacia el mundo subterráneo y sombrío del Xibalbá.


Hun Carne y Vacub Carne [Uno Muerte y Siete Muerte], señores principales del Xibalbá, enfurecieron por el estruendoso ruido ocasionado por los jugadores de pelota. Por tal motivo convocaron a los demonios de la muerte y la enfermedad para intentar derrotar y dar muerte a los gemelos. Cuatro búhos, enviados como mensajeros a la superficie, invitaron a Hun Hunahpú y Vucub Hunahpú a un juego de pelota en Xibalbá.


El camino a Xibalba, casi interminable y lleno de pruebas, fueron el obstáculo que los gemelos sortearían: ríos con grandes corrientes, agudos espinos y un río de sangre. Los gemelos libraron todas las pruebas, y por fin llegaron a un lugar donde encontraron una encrucijada con cuatro caminos de cuatro colores diferentes.


Pero los gemelos se equivocan al elegir el color negro y en ese momento comenzaron sus penurias. Al llegar a Xibalbá saludan a los dioses del inframundo, pero éstos en realidad son muñecos de madera vestidos con los ropajes de los señores. Los hombres del Xibalbá se rieron burlones, seguros de su triunfo. Ofrecen asiento a Hun Hunahpú y Vucub Hunahpú en una banca fuera de lo común -una laja ardiente.


Los gemelos sufren leves quemaduras ante las mofas de sus contrincantes. Como prueba final, los señores del Xibalbá dieron a los gemelos cigarros y ocotes, los cuales debían permanecer encendidos sin consumirse durante la noche de prueba en la Casa Oscura. Al amanecer, los dioses de la muerte comprobaron que los gemelos no habían cumplido su tarea: sus antorchas y cigarros se habían extinguido.


Tras la derrota, los victoriosos señores del Xibalbá dictaron el sacrificio de los gemelos, a quienes se les enterró en el juego de pelota del Inframundo. Como prueba de la derrota y advertencia a quienes osaran molestarlos, los dioses del más allá colocaron la cabeza de Hun Hunahpú en un árbol sin frutos. De inmediato el árbol se cubrió de frutos y la cabeza se confundió entre éstos.


XIBALBÁ. LA RUTA SAGRADA


Puerta a Xibalba


En tiempos recientes, Xibalbá se ha convertido en un verdadero reto para arqueólogos e historiadores. Después de varias investigaciones, en el proyecto, titulado «El culto al cenote en el centro de Yucatán», se encontró un vestigio de la puerta al Inframundo. Gracias a las investigaciones, se pudo hallar una cueva donde se encontró una calzada de casi cien metros de largo.


Ésta posee un tipo de cimiento y un sistema constructivo similar al de las calzadas de la zona arqueológica de Chichén Itzá, y la que podría considerarse la puerta al Inframundo se encuentra semioculta. La vía a ésta es una especie de portal natural, tapiado con piedras labradas, y su entrada no rebasa el metro de altura y los 50 ó 60 cm de ancho.


Por si fuera poco, en el yacimiento se encontraron restos óseos humanos y fragmentos de cerámica. También hay esculturas, como la de un sacerdote con el tocado del dios de la muerte, y glifos pintados y grabados. Cabe resaltar que en Yucatán se han reconocido por lo menos 14 sitios con este tipo de elementos rituales, en municipios como Tecoh, Homún, Kantunil, Chocholá y Abalá.


Tras una titánica investigación documental, basada en las crónicas del siglo XVI, donde se mencionan 17 cuevas y cenotes en los que los mayas efectuaban sus ritos, los arqueólogos creen que la tupida selva del Estado oculta muchos más restos de esta cultura prehispánica.


Quizá las cuevas y cenotes son el inicio del camino místico, o al menos ésa es la hipótesis del equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Yucatán y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Los templos dedicados al culto de Xibalbá resultan un misterio, y su descubrimiento un reto similar al de aquel pasaje narrado en el Popol Vuh.


CURIOSIDADES.


En uno de los momentos climáticos del enfrentamiento entre los Señores de Xibalbá y los gemelos divinos, los primeros establecen una serie de pruebas. En ellas anfitriones conducen a los desafiantes a una serie de lugares de tormento y castigos de Xibalbá. El primero era la Casa oscura, en cuyo interior sólo había tinieblas. En el segundo, conocido como la Casa del frío, soplaba un viento frío e insoportable. El tercero, la Casa de los tigres, estaba repleto de estos felinos, quienes se amontonaban, gruñían y se mofaban. Dentro del cuarto, la Casa de los murciélagos, no había más que murciélagos, los cuales chillaban, gritaban y revoloteaban en el interior. El quinto, llamado la Casa de las navajas, se encontraba atiborrado de objetos punzo cortantes y afilados. Para finalizar, en otra parte del Popol Vuh se cuenta que hay una sexta casa, llamada la Casa del calor, donde sólo había brasas y llamas. Sin duda, una serie de verdaderas pruebas extremas.


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